Artículo publicado en la revista Lucero, número 145, 4º trimestre de 2021. Editado por la Hermandad Doncel – Barcelona / Frente de Juventudes.
Consideramos que se puede hacer una historia de los movimientos juveniles de afiliados del Frente de Juventudes a través de sus canciones.
El inmenso repertorio de marchas e himnos existente permite detectar en cada momento cuáles eran los temas estrella, que correspondían, por otra parte, a las directrices que emanaban de las alturas (especialmente de la Secretaría General de FET, luego “del Movimiento”). No obstante, a pesar de estas directrices y de las circunstancias cambiantes que las inspiraban, siempre se mantuvo, como fundamento o causa primera, el ideal falangista o joseantoniano, como muestra de rebeldía o de ilusión.
Así lo demostró Manuel Parra Celaya en su tesis doctoral, publicada con el nombre de Juventudes de vida española:
«Toda la actuación del Frente de Juventudes y en concreto la realizada por sus movimientos juveniles se hizo desde un prisma político: el falangista o nacionalsindicalista (…) El componente falangista, como tal, será el esencial, permaneciendo como inspiración y guía en el terreno de lo ideal” (pags. 502-503 de la obra mencionada).»
Mucho tuvo que evolucionar la Delegación Nacional del Frente de Juventudes (posteriormente, Delegación Nacional de Juventudes y Delegación Nacional de la Juventud), hasta su desaparición en 1977, y, con la institución, los movimientos de afiliados; pero, hasta en los momentos en que su carácter intentó ser más anodino en lo político, muchos de sus miembros mantuvieron, contra viento y marea, la impronta original, a riesgo a veces de caer en francos anacronismos en los mensajes de sus canciones. De este modo, las expectativas de que se llevara a cabo en España la revolución nacionalsindicalista fueron difuminándose en el horizonte, pero la constancia o tozudez en la canción y en la actitud de muchos afiliados de las Falanges Juveniles de Franco (FF.JJ de F) o la Organización Juvenil Española (OJE) posterior fue un hecho.
Hemos elegido dos canciones significativas, una de ellas, anterior a la fundación de la Falange, a la guerra civil y al propio Frente de Juventudes; la otra, de dos años antes de que la Delegación cerrara sus puertas (y dejara a la OJE en la intemperie). Se trata de En pie, camaradas (Isabel y Fernando) y de Nunca estaremos solos si cantamos, correspondientes, respectivamente, a 1934 y 1975.
La letra de En pie, camaradas apareció publicada en el periódico Libertad de Valladolid en mayo de 1934, con el subtítulo de Himno de las JONS vallisoletanas; no obstante, no tiene la solemnidad de tal himno, sino que su ritmo es propio de una canción de marcha, de un desfile triunfal con tambores. Creemos que es la que ocupa el segundo lugar histórico del cancionero, ya que, en La Conquista del Estado de octubre de 1931, en Madrid, ya se publicaba la letra del Himno de combate o Himno de las JONS.
La fortuna acompañó a En pie, camaradas; se cantó abundantemente en la Organización Juvenil (O.J.) y en el Frente de Juventudes a lo largo de toda su historia; se imprimió en disco de pasta en 1943, cantada por los coros de la Academia José Antonio, y, en 1963, la editorial Doncel la recuperó en vinilo.
Y no solo la cantaban los jóvenes falangistas afiliados del Frente de Juventudes; la Sección Femenina la incluyó en su cancionero, y, en los centros escolares, era, junto al Montañas nevadas, la canción patriótica preferente, como recordarán muchos españoles que ahora peinan canas.
Los temas-clave de En pie, camaradas eran: el reencuentro con la historia (concretamente, con la figura de los Reyes Católicos), la invocación a la juventud, el ideal guerrero (moriremos besando la sagrada bandera), la promesa de justicia (un sol de justicia de una nueva era). La segunda estrofa, que comenzaba con el verso Con el brazo extendido y finalizaba con el lema jonsista de no parar hasta conquistar tuvo menos fortuna en la transmisión.
Según creemos, ya apareció en Himnos y canciones de 1942, y se incluyó en Canciones de la OJE de 1963.
En 1975, la Delegación Nacional de la Juventud, a través de su editorial Doncel, editó un single con dos canciones, que vino a ser su canto del cisne: Nunca estaremos solos si cantamos y En las calles de cualquier ciudad; en la carátula del disco, un chico y una chica parecían meditar ante la hoguera de un fuego de campamento…
Ya no eran canciones de marcha, de desfile, sino que su ritmo era mucho más adecuado a la guitarra que al tambor, como es normal en esa época, y su inspiración está marcada por la nostalgia y la incertidumbre.
La primera de estas canciones tiene el estribillo más significativo: Es hora de saber a dónde vamos; acaso una nota de esperanza se encuentra en los versos que tratan de la luz: Debemos siempre ver nuestros veranos con esta luz que nunca olvidaremos; la luz siempre es la misma, no cambiemos…, y cuando parece prometer No ha de tardar el día que esperamos.
El collige rosas de Horacio, de Ronsard y de Garcilaso está presente en la tercera estrofa: Vendremos a estos pueblos que hoy pisamos / a recoger más viejos nuestras rosas… No nos atrevemos a buscar otro simbolismo en la idea de las rosas, que acaso sería más fúnebre.
Por otra parte, la canción de la otra cara del single tiene el mismo tono, esa mezcla de nostalgia y de tenue esperanza: No temamos que, al apagarse, nuestro cielo azul no brille más…, y aquí si nos atrevemos a buscar la simbología clara del color azul del cielo.
No hemos sido del todo exactos al decir que es la última canción: desde 1977, la OJE, ya como entidad independiente de cualquier tutela, ha ido creando nuevas canciones para sus afiliados; esperamos con ilusión que se cumpla aquello de nuevas gargantas y un mismo corazón que cantaban los arqueros, pero esto escapa al propósito de estas líneas. Acabamos con una reflexión íntima: a la altura de 2021, ¿no es hora, también, de saber a dónde vamos? Para muchos de nosotros, está claro que debemos caminar en el presente y de cara a un futuro; vendrán nuevos tiempos, nuevas crisis y convulsiones, nuevos retos. Y en la vanguardia habrá otros jóvenes.
¿Qué mensaje les podemos enviar, si lo admiten? En todo caso, no importará el ritmo ni el instrumento con que acompañen sus canciones; lo que será decisivo se centra en el contenido, que no es otro que el de melodía inacabada que trasciende las generaciones, las circunstancias concretas de la historia, las vicisitudes. Esa melodía inacabada debe sus primeros compases a otro joven de la historia, José Antonio Primo de Rivera, que fue el leit motiv de los cantos de tres generaciones anteriores.
Esa melodía inacabada nos habla de Dios, del hombre y de su dignidad, de la patria, de la libertad, de la justicia…
Se han apagado muchas luces, pero la luz que nunca olvidaremos es la misma, quizás con otras tonalidades.
Antonio Mena Calvo.
Comandante de infantería (R)