LA MÚSICA EN LA DIVISIÓN AZUL POR ANTONIO MENA CALVO

La presencia de la mú­sica y de los músicos mili­tares en la División Espa­ñola de Voluntarios n.2 250 de la Wehrmacht, más co­nocida por el nombre de «División Azul», apenas se contempla en los libros y otras publicaciones referidas a dicha unidad. En la obra «Escritores en las trin­cheras», de Carlos Caballe­ro Jurado y Rafael lbáñez Ruiz, editada en 1.989, se citan prácticamente la tota­lidad de libros, publicacio­nes periódicas y guiones cinematográficos escritos sobre la «División Azul».
Entre todas estas obras no hemos encontrado ni una sola que trate el tema de la música en relación con la vida y estructura de la División Española de Volun­tarios. Únicamente hemos hallado en el mencionado li­bro de Caballero e lbáñez, la ficha de un «Cancionero de la División Azul» de Valencia, publicado en 1.956, con 16 páginas; el libro, «Los volun­tarios españoles en el fren­te», de Wemer Lahne, de 1.942, que contiene algunas canciones y los folletos de los Servicios de Propaganda del Ejército alemán en los que figuraban marchas y canciones.

Como obra inédita figu­ra en el libro que comenta­mos el de Alfredo Gonzá­lez Diez, «Alegres solda­dos», en el que se narran diversos episodios históri­cos de la «División Azul», utilizando como nexo argu­mental el cancionero de los voluntarios españoles en Rusia.

En términos generales podemos decir que la ma­yor parte de los géneros y formas musicales que con­ figuran el repertorio marcial, estuvieron presentes en mayor o menor grado en la vida de los divisionarios: marchas militares, toques de ordenanza, piezas folkló­ricas y populares, himnos y canciones patrióticas y revo­lucionarias, cánticos religio­sos y composiciones del mundo de la escena, for­maron un mosaico sonoro rico y variopinto.

El carácter internacional de la contienda en la que se ve inmersa la «División Azul», imprime desde un principio un sello espe­cial que difícilmente volve­rá a repetirse. Melodías es­pañolas, alemanas, rusas, alguna que otra italiana, francesa o belga, contribu­yeron a crear un repertorio de música castrense y po­pular realmente extraordi­nario.

La «División Azul» se pone en pie en la mañana del 24 de junio de 1.941, cuando se con­gregan miles de falangistas ante el balcón principal de la Secretaría  General de F.E.T. y de las J.O.N.S. para escuchar las terribles palabra pronunciadas por Serrano Suñer, «Rusia es  culpable». Aquí surge la primera canción que no podía ser otra que el «Cara al sol», el himno de la Falange con el que comienza la peripecia bélica y humana de la Di­ visión Azul.

Dos días después de la manifestación patriótica que, como hemos dicho, tuvo lugar en la calle de Alcalá, ante la Secretaría general, las Jefaturas provinciales y locales de  F.E.T. y  de !as J.O.N.S. y del S.E.U. abren sus banderines de enganche a miles de jóvenes es­pañoles, en su mayor parte falangistas, que integran la División Española de Volun­tarios constituida por 18.446 hombres.

 

Este contingente se ar­ticula al principio por cuatro Regimientos de Infantería mandados por los Coroneles Rodrigo, Pimentel, Vier­na y Esparza, y un regimiento de Artillería al man­do del Coronel Badillo. El Regimiento del Coronel Ro­drigo, que se recluta en Ma­drid, comienza  un periodo de instrucción en orden ce­rrado en la explanada de la Facultad de Derecho en la Ciudad Universitaria, y pos­teriormente una serie de marchas de entrenamiento logístico en las que se oyen las estrofas de las primeras canciones de marcha.

Los voluntarios en la 2ª Compañía de contracarros, una de las unidades que contaba con mayor número de escuadristas y líderes de la Falange, compusieron una canción triunfalista que correspondía lógicamente a las circunstancias del momento, y cuyas estrofas decían:

 

Ahora  que  Franco  ha  ga­nado la guerra

para volver a empezar tomaremos Gibraltar.

 

Si nos da por la elegancia

tomaremos toda Francia.

Y si nos faltara tierra

tomaremos Inglaterra.

 

Entraremos en la estepa

gritando ¡viva la Pepa!

Cuando estemos en Moscú

tomaremos un vermut.

 

Al entrar en Leningrado

tomaremos un helado.

 

Rusia es cuestión de un día

para nuestra infantería.

 

Esta canción abriría el camino a otras en las que proclamábamos las reivin­dicaciones territoriales de España, singularmente la del Peñón de Gibraltar.

 

Hacia Alemania

Tras el breve período de instrucción, en la tarde del 13 de julio de 1.941, efervorizadas multitudes des­ piden en la Estación del Norte al Regimiento de In­ fantería que parte bajo el mando delCoronel Rodrigo. Una vez más suenan los acordes del «Pasodoble de los quintos», de la famosa zarzuela de Alonso, «La be­jarana», que nos recuerda otras jornadas históricas gloriosas en que nuestros soldados iban a la Guerra de Africa entre el tremolar de pañuelos y en el aire aquella estrofa que dice: «Bejarana no me llores por­ que me voy a la guerra…».

Finalizado el solemne y multitudinario canto del «Cara al sol», el convoy mi­litar se pone en marcha y suenan las notas del ale­gre y a la vez nostálgico «Adiós con el corazón», cuya letra evidentemente se adapta a la situación.

La División Azul pasa a través de una Francia hos­til e  incluso agresiva para nuestros soldados que por fin, entran en Alemania por la estación de la ciudad de Karlsruhe donde los espa­ñoles son recibidos por la población, sus camaradas de armas y miembros de las Juventudes Hitlerianas con auténtico delirio entre vítores y gritos de entusias­mo y aires marciales.

Es la primera vez que nuestros hombres escu­chan directamente el maravilloso sonido de las mar­chas alemanas. Son varias las bandas de música, cor­netas, pífanos y tambores, que lanzan sus notas ale­gres y jubilosas; no en vano la música militar de Alemania vive en esos años la tercera y última etapa dorada de su historia que como sabemos co­mienza en el siglo XVIII, con los reyes Guillermo Fe­derico I y Federico II el Grande. Ya en esta época la música y los músicos mi­litares germanos alcanzan tal grado de perfección que dos franceses, el musicólo­ go Kastner y el filósofo Juan Jacobo Rousseau, expresaron al respecto las opiniones siguientes:

«Los instrumentistas alemanes son excelentes pues conocen a fondo la teoría y la práctica musical y sobre todo saben trans­ portar y leer la partitura a primera vista».

Rousseau por su parte se manifiesta en estos tér­minos:

«De todas las tropas de Europa, tienen los alema­nes los mejores instrumen­tos musicales militares, de ahí que sus marchas y fan­farrias causen una impre­sión maravillosa».

Estas palabras ponen de manifiesto el alto nivel técnico y artístico alcanza­ do por la Música Militar ale­ mana a lo largo de los si­glos. Una de las principa­les causas de haber alcanzado dicho nivel ha sido el hecho de que gran­des compositores como Beethoven, Haydn, Haen­del, MozartStrauss, etc., hayan cultivado este géne­ro musical.

Pero sigamos con la ruta de nuestros di­visionarios. El día 23 de julio llegan al campamento alemán de Grafenwohr, donde con el resto del contingente ini­cian unas maniobras con fuego real, pero al mismo tiempo se insiste en la ins­ trucción en orden cerrado. Según los autores de «La División Española de Hitler», su Jefe, el General Don Agustín Muñoz Grandes, tenia un gran interés en que los soldados espa­ ñoles no  desmereciesen de sus camaradas alema­nes, en cuanto a marciali­dad y orden, en el acto de la Jura de Fidelidad al Füh­rer, que tendría lugar el 31 de julio.

El día señalado para el acto amaneció nublado y con amenaza de lluvia. Los Regimientos españoles for­maron al fondo del Campo de  maniobras  de  Kramerberg. Precedida por una música militar; una Compa­ñía de la Whermacht entra en el campo de armas al paso de la oca, hace alto frente a la tribuna donde se hallan las autoridades mili­ tares alemanas y españo­las, miembros de la Falan­ge de Berlín y correspon­sales de prensa. La música de la Whermacht interpreta en primer lugar el Himno Nacional de Alemania.

Desde el punto de vista estrictamente musical, el «Deutschland über alles«, como  así se llamaba entonces, es posiblemente de todos los himnos naciona­les el más importante. No en vano fue compuesto por uno de los músicos más grandes de todos los tiempos, Haydn.

La gran calidad artística de este himno, compuesto en 1.779 decidió a Haydn a incluir su melodía en su cuarteto para cuerda n.2 3 Opus 76, y no a la inversa como afirma algún historia­dor. Otro aspecto intere­sante del que sucesiva­mente ha sido himno del Imperio Austro-Húngaro, Austro-Alemán o Reich y en la actualidad de Alema­nia, es su letra, escrita por Hoffman van Fallersleben sobre un poema de Wogel­ Velde que, curiosamente, se iniciaba con una defini­ción geopolítica del antiguo Reich, pues dice textual­mente: «desde el Mosa hasta el Memell; desde el Etsch al Báltico, Alemania sobre todos».

 

Lógicamente el tex­to de la letra hubo de modi­ficarse al término de la II Guerra Mundial en que Alemania perdió más de la mitad de su territorio . Tras el «Himno Nacio­nal», la Banda de Música interpretó el «Horst Wessel Lied»,  Himno del Partido Nacional Socialista Ale­mán, que ha sido una de las primeras composicio­nes alemanas a las que se han adaptado diversas le­tras y nombres en español. La primera que figura en el «Cancionero de Juventu­des», publicado en 1.967 por la Editorial Doncel, es la versión de contenido más revolucionario, comienza con estas estrofas:

Despierta ya burgués y so­cialista

Falange trae, con la Revo­lución,

la muerte del cacique y del bolchevique

del holgazán y de la reacción.

El «Cancionero Juvenil del Frente de Juventudes» de 1.947, inserta paradóji­camente otra versión bajo el título «Diecinueve de abril», aludiendo a la Unifi­cación de Falange Españo­la de las JONS con la Co­munión Tradicionalista con esta letra:

Camisa azul y boina colo­rada

Falange,  JONS  y  Tercio Requeté

en haz unidos todos

cuando­ Franco bandera alzó

por una misma fé.

Ambas versiones fue­ron incorporadas al Can­cionero de la División Azul, si bien la primera fue la que más se popularizó. Terminado el acto de la Jura, los voluntarios desfi­lan bajo la lluvia cantando el «Cara al sol», que curio­samente se utiliza en esta ocasión no como himno, sino como canción-mar­cha, fórmula muy extendi­da en la década de los cuarenta tanto en las Orga­nizaciones Juveniles de Italia, Alemania y España, como en los Ejércitos es­pecialmente en el alemán.

Hasta el día  21 de agosto, fecha en que co­mienza la partida de la Di­visión Azul camino del Este, transcurren unas se­manas de entrenamiento militar y de convivencia con los soldados alemanes y con las Anna, Loren o Kari, de trenzas rubias y sonrisa luminosa que les recuer­dan o hacen olvidar a las Cármenes, Marías, Lelas y Mercedes que han dejado en España.

 

 

Repertorio musical

Durante estos días y los cuarenta de marcha ininterrumpida desde Su­valki, en Polonia, hasta el frente ruso, a una distancia aproximada de 1.000 kiló­metros, se gesta práctica­mente la mayor parte de las canciones de la Divi­sión Azul, que podríamos clasificar en estos grupos:

  • Himnos y canciones de la Guerra de España.
  • Himnos y canciones falangistas
  • Himnos y canciones del Ejército español.
  • Himnos y canciones alemanas y en menor nú­mero, rusas e italianas traducidas o adaptadas al español.
  • Cánticos  religiosos
  • Canciones popula­res de moda, adaptadas a la vida de los divisionarios.

Todas estas composi­ciones abordan en una u otra medida los temas eter­nos del soldado; el amor, la añoranza de la patria chica y el cumplimiento del deber, a los que hay que añadir, dadas las especia­ les  características  de  los divisionarios, las ideas de Dios, España, Patria, Im­perio y Justicia Social, que aporta la doctrina de Fa­lange Española Tradiciona­lista y de las JONS.

En el primer grupo figu­ran en cabeza los himnos y canciones legionarias entre las que destacan «El novio de la muerte», «La canción del legionario», actual him­no oficial de La Legión, y «Tercios heróicos». Tras es­tas composiciones castren­ses situaríamos las de raíz popular que más se ento­naron durante nuestra Guerra  comenzando por las de despedida como «Adiós Pamplona» y «Adiós con el corazón» a las que seguirían  las  populares  y tradicionales que entonces recibían  la  denominación de «canciones  regionales»; entre las primeras recorda­mos, «Carrasclas», «Cha­parrita», «Apaga luz» y «Los regulares toman pepinos».

Del repertorio tradicional fi­guran en cabeza: «Por el río Nervión», «No hay quien pue­da», «Una mañana de mayo», «Asunción», «Por la Patria, el Pan y la Justicia», «Asturias patria querida», «Madre cuando voy a  leña», «Fui al Cristu», etc.

Los himnos y cancio­nes falangistas repre­sentan cuantitativamente el mayor porcentaje de las composiciones vocales que constituyen el repertorio musical de la División Azul. Ello es lógico pues el Cancionero de F.E.T. y de las J.O.N.S. y de sus organiza­ciones juveniles – O.J. y Frente de Juventudes, Sección Femenina y S.E.U.- es del que se nutre. Hay que tener en cuenta que es el más extenso e importante de cuantos se han hecho en España ya que son cientos de himnos, canciones, marchas, etc. los que ha sido escritos y recopilados ex profeso.

Por otro lado conviene recordar que lo más selec­to del  pensamiento español y falangista, encamado por hombres como Enrique Sotomayor,  José Miguel Guitarte, Pablo D’Ors, Dionisia Ridruejo, Víctor de la Serna, Tomás Salva­ dor,  Luis   Romero, Angel Ruiz Ayucar y los Genera­les Esteban Infantes y Díaz de Villegas, entre otros muchos, influyeron decisivamente en la faceta cultural de la División Azul que alumbró no sólo him­nos y canciones sino una amplia cosecha de poe­mas, obras narrativas e in­cluso ensayos que, gracias a hombres como Rafael García Serrano, Fernando Vadillo y José Luis Gómez Tello, conocemos.­

Volviendo a nuestra mú­sica observamos que des­pués del «Cara al sol», son el viejo himno de las JONS de Valladolid, «Isabel y Fer­nando», que nació poco después de su «Himno de Combate», y «Gibraltar» los que alcanzaron mayor po­pularidad. En la última de estas composiciones escri­ta  por  su  autor,  Agustín Paíno, se reivindica ‘la punta amada de todo español’ en el frente del este.

 

La Música de la División Azul

El repertorio divisiona­rio de himnos y marchas militares españolas no fue precisamente amplio, aun­ que esto pueda parecer extraño, son dos, principal­ mente las razones que a primera vista crean esta si­tuación. De un lado, el he­ cho de que oficialmente parece ser según relación que nos ha sido facilitada por la Hermandad de la Di­visión Azul, que solamente fueron enviadas al Cuartel General de la División las partituras de tres marchas militares: «San Marcial» e «Invicta», de Dorado y «Ba­dajoz», de Palanca.

Lógicamente supone­mos que la Banda de Músi­ca adscrita a la División lle­varía sus propias obras, pero pensamos que no se­ rían muchas  dadas  las condiciones de su incorpo­ración. Por otro lado, la ac­tuación de esta unidad mu­sical debió de ser, por im­perativos de la propia campaña, efímera y en condiciones muy precarias, hecho que desgraciada­mente es una constante en la Historia de la Música Mi­litar de España.

La incorporación de la banda de música de la Di visión se hizo fragmentaria y escalonadamente entre los días 19 y 27 de sep­tiembre de 1.941, es decir, dos meses después que el resto de las unidades. Res­pecto a la distribución, que más bien diríamos disper­sión, de fuerzas se hizo de la siguiente forma:

El Teniente Director, D. Ismael Granero Fayos y 39 músicos fueron destina­dos al Regimiento de  In­fantería nº2 262; 31 músi­cos al Regimiento nº2 263 y un Subdirector, 21 músicos, 6 cornetas y 3 tambo­res al Regimiento nº11  269. En  total  fueron 104 los miembros  de  la Banda  y Música divisionaria, pero al dividirse en tres secciones, cada una se convertía  en una  charanga, poco  apta para cumplir medianamen­te  el  cometido  propio  de estas agrupaciones.

Para agravar la situa­ción, ante las necesidades de personal igual que aho­ra, el Mando ordenó agre­gar los músicos a una Compañía de Servicios totalmente ajena a la función propia de la música. Todas estas circunstancias y el propio ritmo de la campaña que exige la presencia constante de la División en primera línea de fuego, dan escasísimo margen de ac­tuación a nuestros músicos que no obstante intervienen en los actos más importan­ tes organizados por el Cuar­tel General, en ciertas festi­vidades y conmemoracio­nes como la del 18 de julio, o en las visitas de algún alto mando alemán.

Antonio Mena Calvo

Capitán de infantería

Profesor de Historia y Estética de la Música Militar

 

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